jueves, 18 de septiembre de 2008

¡Expulsamos a los Jefes Yanquis! Pero el imperio no se va (Todavía)



Por: Luis Quintana


Nuestra América insurgente y revolucionaria expulsa a los Jefes Yanquis de Bolivia y Venezuela. Los expulsamos a patadas tal como se merecen por pretender mancillar la dignidad de pueblos firmemente determinados a torcer el rumbo de la dominación imperialista y colonialista.


Con esta decisión, Evo Morales y Hugo Chávez han correspondido a una demanda de las mayorías populares de América Latina y el Caribe que los respaldamos como líderes de un proceso revolucionario continental. Por muy dolorosas experiencias los pueblos saben que la participación y el liderazgo de las embajadas de Estados Unidos han sido decisivos en las conspiraciones que han dado al traste procesos populares de liberación. Por lo tanto, no podíamos esperar más tiempo para materializar esta decisión, sobre todo cuando el Imperio no descansa en armar operaciones desestabilizadoras destinadas a derrocar a nuestros gobiernos y golpear con ello nuestra más férrea voluntad de transformación.

El Imperio y los Pitiyanquis de Bolivia y Venezuela tienen varios golpes en continua marcha: guerras psicológicas a través de los medios; penetración de sectores populares; infiltración en ámbitos gubernamentales estratégicos; financiamiento de actividades conspirativas; dotación a la oposición de insumos de guerra; fuertes campañas internacionales con matrices orientadas a deslegitimar a los Gobiernos al acusarlos de “narcotraficantes”, “terroristas”, “enemigos de la libertad” y “violadores de los derechos humanos”; y un largo etcétera. Nuestra hermana Bolivia atraviesa momentos muy difíciles que ya hemos vivido en Venezuela. Reconozcámonos en esa realidad y acompañemos con movilizaciones permanentes al pueblo boliviano que está dando su vida por mantener el pulso a favor de la revolución en toda Nuestra América. Ante los golpes oligárquicos-imperiales debemos responder con profundización de la democracia revolucionaria, es decir, con más organización convertida en poder popular transformador, con radicalización de la lucha contra el capitalismo como modelo de vida dominante, con la generalización de la solidaridad y el impulso a la unión de los pueblos, con más conciencia de que lo que le pasa a un pueblo hermano nos pasa a nosotros mismos y con organización popular para la defensa de nuestra soberanía, la de la Patria Grande.

La expulsión es sin duda un acto político de gran relevancia que expresa y proyecta con claridad el camino anti-imperialista que hemos tomado para la construcción de un mundo justo y solidario. Cuando el presidente Chávez dice que no tendremos embajador en ese país hasta tanto no haya un gobierno que respete a los pueblos de América Latina, deja suspendida indefinidamente la relación política de alto nivel. Es decir, como no hay ninguna garantía de que el nuevo gobierno de Estados Unidos nos respete es muy posible que pase mucho tiempo hasta restituir las siempre tensas presencias de los embajadores yanquis en Venezuela y la del nuestro en Estados Unidos. Pero el que echemos a los más altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos en nuestros países no implica que el Imperio se va de nuestros países.

El Imperio se mantiene a través de sus empresas transnacionales, el resto del personal diplomático y militar oficial y encubierto en las embajadas, los paramilitares, narcotraficantes y, sobre todo, se mantiene constantemente en nuestra vida cotidiana a través de la imposición de sus patrones de vida que, por lo tanto, se reproduce en la alienada asunción de la ética capitalista como modelo de vida propio de millones de personas, entre las cuales están todos los Pitiyanquis. La resistencia y la ofensiva cultural y popular ante el imperialismo y el colonialismo debe mantenerse y profundizarse en todos los espacios.

Esto debe ser parte vital de nuestra Revolución, porque no habrá Gobierno Yanqui que nos respete si no trastocamos y fracturamos el modelo que se nos ha impuesto históricamente.

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